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SURF

¿Por qué todo el mundo debería hacer surf como vía de escape?

POR NATALIA SERRANO

22 de agosto de 2017

¿Quién no sabe que es el surf?

 

Estoy segura de que muchos habréis oído hablar de él como un deporte. Pero ¿Y cómo estilo de vida?

 

Esos surfistas que nos imaginamos de películas, si existen. O por lo menos, en cierta parte, muchos son así.

 

Esa vida de “drifters” con “la casa a cuestas”. Caravanas, puestas de sol, pies descalzos y kilómetros de recorrido están a la orden del día.

 

Sin embargo, esto solo es una parte de lo que constituye el surf.

 

Ese estilo de vida también lo llevan los más sedentarios, de toda la vida, de costumbres…

 

Aquellos que se pueden meter en pleno mes de diciembre, con un temporal, olas gigantes y a 3º. Eso, es pasión y lo demás, es hobby.

 

Muchos otros lo practican por diversión. Ya sea en verano en escuelas o por su cuenta, como mero entretenimiento.

 

Yo, por ejemplo, soy una mezcla de los dos. Más o menos.

 

Como todo, empiezas tanteando el terreno. Una clase, dos clases y cuando te quieres dar cuenta, practicas una semana en agosto, luego dos, tres, hasta que de repente, el neopreno es tu segunda piel y la tabla, el accesorio perfecto.

 

Luego pasan las estaciones, y el “mono” de surf aumenta. Quieres meterte siempre que puedas sea mayo, septiembre o enero. En mi caso, se intenta. Frío pasas, pero ¿Y lo bien que sienta? No tiene precio.

 

No sé qué tendrá exactamente, pero os puedo asegurar que el surf atrae, y mucho.

 

Puede ser el mar, esa inmensidad que se postra ante tus pies, metidos en el agua, esperando la ola perfecta.

 

Si lo que buscáis son sensaciones, entonces, estáis en el lugar adecuado.

 

Imaginaros sentados en una tabla, en medio de un mar sin fondo, con las gaviotas como compañeros y una puesta de sol como telón.

 

Si hay alguien que pueda describir una sensación mejor que esa que levante la mano porque para mí, pocas son tan emocionantes.

 

La belleza de encontrar dentro del caos de las olas, las series y las mareas, un momento de paz y tranquilidad. Automáticamente, te teletransportas en medio del mar. Y creedme, los que surfeamos, somos unos afortunados.

 

¿Os he convencido ya?

 

El surf, como vía de escape.

 

No hace falta que os convirtáis en profesionales o que tengáis que helaros de frío en pleno diciembre. Basta con meter los pies en el agua y dejarse llevar.

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